ÉL NO NOS RECHAZA
- enfocadosadolescen
- 6 oct 2021
- 3 Min. de lectura
¿Alguna vez te sentiste marginado, excluido, rechazado? ¿Como te sentiste?. ¿Crees que la sociedad es muy excluyente?, ¿por qué motivos la sociedad excluye a las personas?.
Te invito a que leas Lucas 5:12-16.
En el mundo antiguo, la lepra era literalmente una maldición. Las personas que tenían esta terrible enfermedad eran consideradas marginadas dentro de la sociedad. Estaban condenadas a vivir fuera de su entorno social habitual, no podían convivir con su familia ni en sus comunidades, sino lejos de todo trato con el resto de los seres humanos, a excepción de aquellos que padecían también la lepra. Por eso, no era extraño que los leprosos vivieran en comunidades de marginados que sobrevivían de la caridad de los sanos que, de tiempo en tiempo, les hacían llegar alimentos. Los enfermos de lepra estaban obligados a vivir alejados de las personas sanas y de ninguna manera podían acercarse a éstas.
En Israel, a la ya triste situación que de por sí implicaba la lepra, había que añadir además la marginación religiosa. Alguien que padecía esta enfermedad no solamente estaba excluido de la vida social de su comunidad, sino también de la vida religiosa. La lepra era considerada como un auténtico castigo de Dios a causa de la vida “pecaminosa” de la persona.
Y así, nos encontramos que este personaje era un marginado social y religioso, sin embargo, Jesús le prestó su atención, su amor y lo aceptó.
El leproso sabía perfectamente que su aparición en público podía suponer el riesgo de provocar un revuelo social y de además ser apedreado sin ninguna piedad por las personas que acompañaban a Jesús.
Ese hombre actuó de manera intencional, en el buen sentido. Debió de estar escondido o acechando, esperando su oportunidad de presentarse delante de Jesús y gritarle su petición antes de que todo el mundo pudiera reaccionar. Sin duda, esta era su única esperanza y su única posibilidad.
Algunas enseñanzas claves:
· En primer lugar, notemos que Jesús no lo rechazó. El reaccionó con aceptación. Jesús siempre recibe y acepta al que se acerca.
· En segundo lugar, Jesús lo tocó. Tocarlo tenía dos implicaciones para Jesús y una para el leproso. Para el Maestro, existía el riesgo natural de contagio; no olvidemos que Jesús era un auténtico ser humano y como tal, experimentaba el dolor y no era ajeno ni invulnerable a la enfermedad. El toque de Jesús, innecesario para su curación (porque Jesús podía haberlo sanado sin tocarlo, solo con una palabra), implicó una curación emocional que debió de ser tan significativa o más para aquel ser humano como su curación física.
Jesús no rechaza a aquellos que son marginados de la sociedad debido a razones físicas, religiosas, culturales, económicas o sociales. No solamente no lo hace, sino que los recibe y los acepta, y este recibimiento y aceptación produce un efecto transformador en la vida de estas personas que alcanza todas las dimensiones de su ser: emocional, espiritual, social y física. Jesús extiende su mano hacia todos aquellos que son rechazados y marginados por la sociedad.
No existe nada en nuestras vidas, por grave que pueda ser a nuestros ojos o a los ojos de la sociedad en que vivimos, que pueda impedir que nos acerquemos a Jesús para recibir de Él ayuda.
No cambiamos para ser aceptados por Jesús, nos acercamos a Él para ser cambiados.
Te dejo esta pregunta para que lo pienses…
¿Cómo es nuestra actitud hacia aquellos que la sociedad margina, aparta y condena al alejamiento emocional, social, religioso, político o económico?
¿Estamos dispuestos a tender nuestra mano para restaurarlos emocional, social, cultural, política y espiritualmente? o, por el contrario, ¿huimos aterrorizados ante la posibilidad de ser contagiados? ¿Quiénes son los «leprosos» en tu entorno?

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