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¿Sos realmente libre?

  • Foto del escritor: enfocadosadolescen
    enfocadosadolescen
  • 15 sept 2021
  • 3 Min. de lectura

Imaginate que estas en una ronda, con muuchas personas a tu alrededor, pero vos no solo estás en esa ronda, sino que te encontras en el centro de todos, y encima cada una de esas personas tienen una soga la cuál está atada a vos… ¿cómo se sentiría querer caminar o correr y estar atado, sin poder moverte, aunque quizá hagas mucha fuerza?


Muchas veces en la vida nos pasa algo así, andamos como atados a cosas que no nos dejan avanzar, podrían decirse que no nos dejan “ser libres”. Esas personas a las que primero te imaginabas atado pueden representar muchas cosas, como por ejemplo: vicios, falta de perdón, culpa, errores que no nos perdonamos, personas que nos hacen mal, adicciones, etc. Y de eso justamente vamos a hablar en este blog, sobre la libertad que quiere darnos Jesús.


Te invito a que leas el texto que se encuentra en: Lucas 4:31-37


Este encuentro produjo un evidente impacto en la vida de la persona poseída. Sencillamente, quedó libre de una situación que le esclavizaba, sin duda esto provocó un cambio significativo en su calidad de vida. Pasó de la impureza a la limpieza.

Este encuentro también produjo un impacto en la vida de aquellos que observaron la liberación. La combinación de las maravillas que Jesús llevaba a cabo junto con la calidad de su enseñanza produjo un profundo impacto en las personas que se encontraban en ese momento observando todo.

El encuentro de una persona con Jesús produce liberación. La Biblia afirma que todos los seres humanos somos esclavos del pecado. El mismo Jesús afirmó que únicamente si Él nos libera podremos ser verdaderamente libres. De lo contrario, moriremos en nuestra esclavitud.


El encuentro con Jesús produce dos tipos de liberación.

  • Hay una liberación automática, que se produce en el instante en que le aceptamos como nuestro Señor y nuestro Salvador. Jesús pagó el precio de nuestro rescate para que pudiésemos ser liberados y, por tanto, ya nunca más fuéra­mos esclavos. El precio que Jesús pagó por nosotros fue altísimo. Ninguna cantidad de oro o plata podría pagar el precio requerido, tuvo que ser la propia sangre de Jesús el precio de nuestra libertad. Ya no somos esclavos, ya no pertenecemos a nadie, ya no tenemos que vivir bajo esclavitud.

  • También, existe otro tipo de liberación, una liberación práctica que se da en la vida cotidiana. Siendo libres, podemos seguir viviendo en la práctica como si fuéramos esclavos. Una de las razones por las que esto pasa es porque necesitamos aprender los hábitos de la persona libre. Otra razón por la que alguien libre vive en esclavitud es el hecho de que el pecado, aunque legalmente no tiene ninguna autoridad sobre nosotros, puede intentar recuperar el terreno perdido en nuestras vidas y seguir obligándonos a vivir bajo su esclavitud. ¿De qué modo nos esclavizamos? Obedeciéndolo, cre­yéndonos las mentiras acerca de que es imposible romper los hábitos y las tendencias de pecado que existen en nosotros, aceptando que nunca podre­mos dejar ciertas conductas, hábitos, actitudes, valores. Una tercera forma en que podemos seguir viviendo como esclavos se refleja cuando, voluntariamente, nos rendimos de nuevo a la autoridad del pecado y le permitimos que nos vuelva a esclavizar

Jesús se acerca a nosotros para darnos libertad. Puede ser la libertad automática, porque nunca nos hemos rendido a Él ni le hemos pedido perdón por nuestros pecados; o una libertad práctica; porque a pesar de haber hecho lo anterior permitimos de forma consciente hábitos de pecado enraizados en nuestras vidas.

¿De qué te sentís esclavo? ¿Qué áreas hay en tu vida en las que no estás experi­mentando libertad?




 
 
 

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