“LA TOXICA”
- enfocadosadolescen
- 23 jun 2021
- 4 Min. de lectura
La palabra toxica es una palabra muy de moda últimamente, suele usarse en frases como “si la toxica te deja salir…” como refiriéndose a una pareja un poco asfixiante o controladora, y hasta a veces también es usada en todo de “chiste”, a quien se le habrá ocurrido usar este término y relacionarlo a las personas, será que realmente existen personas así… hoy no vamos a hablar de “parejas toxicas” sino de “amistades toxicas”, veamos a qué nos referimos con esto…
La amistad es algo que todos valoramos. Los niños comienzan a buscar amigos desde muy pequeños y, si tenemos suerte, nuestras amistades de la niñez pueden durar toda la vida. Lamentablemente, no todas las amistades son buenas. Algunos amigos tienen un impacto muy positivo en nosotros, pero otros no tanto. Ésa es la diferencia entre un amigo verdadero y uno que no lo es.
¿Qué es un amigo verdadero y cómo podemos reconocerlo? ¿Es posible tener amistades que nos hagan daño y nos lastimen?
Una amistad toxica puede lastimarnos mucho emocional, mental y hasta físicamente. ¿Cómo saber si tenemos alguna? Acá te dejo algunas de sus características:
Falta de límites. Si sos de las personas a quienes les cuesta decir “no”, corres gran peligro de verte envuelto en una relación nociva. Siempre habrá gente que querrá aprovecharse de los demás y te presionarán a hacer cosas que no queres y hasta cosas incorrectas.
Egoísmo. Un amigo nocivo siempre se sale con la suya. Es demandante y continuamente se servirá de críticas, comentarios negativos, y otras manipulaciones emocionales para hacerte sentir culpable y forzado a hacer lo que no queres. No le interesa tu bienestar, sólo lo que puede obtener de vos.
Poco fiables y poco solidarios. Un amigo nocivo nunca está cuando lo necesitas. Quiere que vos estés cerca cuando tiene una necesidad, pero busca excusas y se auto-justifica cuando la situación es a la inversa. No se puede confiar en él cuando las cosas se ponen difíciles. Además, sus conversaciones casi siempre giran en torno a sí mismo y sus problemas. Cuando queres hablar de algo que te preocupa, probablemente escuchará por un momento, pero enseguida hará que la conversación gire hacia él otra vez. Simplemente es pésimo para escuchar. Una relación como ésta te hará sentir constantemente agotado(a) y hasta utilizado(a) en vez de darte satisfacción y alegría.
Si reconociste alguna de estas características en tus amistades, debes hacer algo al respecto. No podes quedarte esperando a que la situación se arregle sola; ¡es tiempo de actuar! Estos son algunos consejos prácticos que podes empezar a practicar ahora:
1. Reconocer el problema sin condenar a la persona. Tal vez de repente nos demos cuenta de que nos estuvimos sintiendo así desde hace mucho tiempo. Pero debemos medir nuestras acciones.
Muchas personas explotarían y le dirían a la persona cuán mal amigo es, dejando salir toda la rabia y frustración que tenían adentro. Otros simplemente querrán cortar todo contacto sin dar explicaciones. Sin duda ambas cosas pondrían fin a la nociva amistad, pero ninguna de estas reacciones será muy provechosa que digamos.
Una mejor opción es preguntarnos qué habrá sucedido en la vida de nuestro supuesto amigo que lo llevó a ser así. Tal vez sólo necesita algo de comprensión y compasión. Por otro lado, el hecho de que alguien haya tenido dificultades en su vida no significa que debamos sufrir las consecuencias. Es bueno para nosotros —y quizá para nuestro amigo— reconocer la causa de las cosas que suceden, pero también debemos tener cuidado de lo que dejamos entrar en nuestras vidas.
2. Aceptar que también sos responsable. Echarle la culpa al otro no solucionará nada. Además, si alguien nos estuvo tratando mal, lo más probable es que se lo hayamos permitido. Más vale admitir nuestra parte de culpa y enfocarnos en lo que debemos cambiar.
3. Establecer límites sanos. Toda relación necesita límites. Nuestros límites personales definen cómo interactuamos con los demás y cómo dejamos que nos traten. Demuestra que nos respetamos a nosotros mismos —que sabemos alejarnos de una persona o situación dañinas y que, cuando nos vemos sobrecargados de responsabilidades, sabemos ponernos freno para poder cuidar de nosotros mismos o evitar llenarnos de cosas hasta el punto de no poder hacer nada bien.
Una amistad verdadera se basa en el amor, aquél que piensa en el otro primero.
¿Qué clase de amigos estamos siendo? ¿Somos de esos amigos que quisiéramos tener?
Una amistad verdadera se basa en el amor. No un amor egoísta, sino aquél que pone primero a los demás. La Biblia describe el verdadero amor diciendo: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).
Un verdadero amigo nunca querrá que hagamos cosas dañinas o incorrectas; por el contrario, nos apoyará y animará a tomar decisiones buenas, sanas y apropiadas.
Cristo murió para que pudiésemos tener vida, y su vida es el ejemplo perfecto del mejor de los amigos.

Comments