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Gratuita y sin vencimiento

  • Foto del escritor: enfocadosadolescen
    enfocadosadolescen
  • 9 jun 2021
  • 2 Min. de lectura

Quienes tuvieron la posibilidad de leer la respuesta a la pregunta del lunes (¿Se pierde o no se pierde la Salvación?) habrán leído: “La salvación no se puede comprar ni se puede ganar, sino que viene como un regalo de DIOS, uno que no merecemos, a lo que llamamos GRACIA.

La gracia ha hecho posible la manifestación más maravillosa del amor de Dios para nosotros, él estuvo dispuesto a enviar a su Hijo Jesús para que todos tengamos la oportunidad de recibir la salvación y la vida eterna, ninguno de nosotros la merecía, pero Dios en su infinito amor decidió concedernos ese gran regalo.


El poder de la Gracia de Dios:

- Nos salva (Efesios 2:8) Dios es el único con poder para perdonarnos y quitar el pecado de nuestras vidas, lo hizo a través de Jesús, y al aceptarlo de corazón recibimos el regalo de la vida eterna.

- Nos acerca a Dios (Hebreos 4:16). Dios es un Dios cercano, y sin temor lo podemos hacer, como un niño se acerca a su Padre, porque aun cuando él conoce todo de nosotros, lo bueno y lo malo, nos recibe con misericordia y gracia.

- Nos transforma (Tito 2:11-12). Nos enseña a vivir la vida que él desea para nosotros (Jeremías 29:11), nos da la valentía para rechazar las cosas que nos alejan de él y de Su voluntad.

- Es abundante y para todos (Romanos 5:15).

- Nos justifica por medio de Cristo (Romanos 3:23-24). Por nosotros mismos no podemos hacer nada para ser justificados ante de Dios todos hemos pecado, ninguno está sin culpa y deberíamos pagar por todo lo que hicimos. Pero Dios en su gracia decidió dejarse guiar por su amor y nos justificó de forma gratuita a través de la obra de Cristo.


Una vez que entendemos esto, y creemos en Jesús somos parte de su familia, de su rebaño porque él nos llama “ovejas suyas”, en Juan 10:27-30 dice:

27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; 28 y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.


Por eso insisto, una vez hijo, siempre hijo, no importa que hagamos, donde estemos o si nos alejamos, Dios es ese padre amoroso que con los brazos abiertos nos espera, nos perdona y nos da otra oportunidad.


El sacrificio de Cristo es el precio más alto de redención, la salvación no significaría tanto si por cada error nuestro la perderíamos, el murió y resucitó una vez y para siempre. De igual manera nosotros, si creemos en El, recibimos la salvación una vez y para siempre. Es verdadera, gratuita y eterna.





 
 
 

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