Esta mal… pero no tan mal…
- enfocadosadolescen
- 25 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Con mucho entusiasmo una chica me comentó que, con su novio, estaban muy prontos a casarse, noticia que confieso me alegró muchísimo. Luego, agregó con emoción que ¡esta sería una boda diferente a cualquier ceremonia tradicional! Me aclaró que no se refería precisamente al evento, sino al hecho de que ella y su pareja llevaban ya varios meses viviendo juntos. (Sorpresa. No lo sabía.) Habían compartido libremente como pareja, todo con una muy buena intención, con el permiso y consentimiento de sus padres incluso. Por supuesto, ellos querían aprender a amarse, a disfrutarse el uno al otro, a “conocerse” (desde hábitos, carácter, personalidad, hasta su sexualidad). Me contó también ¡cuánto disfrutaban de una relación maravillosa! (y debo confesar que ella se veía muy feliz). Al llegar el día de su boda, ambos buscaban la bendición de Dios para su relación.
Estoy seguro que... entre ustedes hay dos opiniones bien marcadas y diferentes:
· Unos para quienes esto es totalmente normal, e incluso compartirían la alegría con ella...
· Y otros, con cierto grado de conocimiento (o madurez) espiritual, sería evidentemente sencillo describir la relación de esta chica con su novio como una falta a los principios de Dios.
Quienes de ustedes dirían… “está mal… pero no tan mal”

Muchas veces aparece frente a nosotros la tentación con su sutil y enfermizo engaño, y nos detenemos a pensar ¿Qué impide que no ceda a su seducción? ¿Qué me motiva para rechazar al pecado?
Aprendimos, o nos enseñaron tres grandes argumentos que intentan detenernos en nuestra búsqueda del pecado:
La culpa, la vergüenza, y las consecuencias.
· En el primer caso dijimos que el pecado te hace sentir miserable miro hacia atrás y me pregunto cómo pude ser tan tonto (tan pavo) de hacer o decir aquello.
Naturalmente, le decimos a cualquiera que el pecado cobrará su factura haciéndole sentir muy mal y con remordimiento. Muchas veces es así. Pero, ¿qué de aquellas situaciones cuando el pecado realmente te hace sentir mejor? Bueno, ¿qué tal cuando la mentira te provee una salida y un alivio? ¿Qué de aquel pecado sexual que te hace sentir feliz? El sentimiento de culpa no será siempre el mejor antídoto, aunque a veces ayuda pero no siempre está presente.
· En el segundo caso, apelamos a la dignidad y el testimonio “al qué dirán”.
¡Qué vergonzoso y humillante sería ser descubiertos en pecado! ¡Qué miedo! Sin embargo, ¿no es cierto que podríamos guardar el pecado en secreto para no ser descubiertos?
Nadie lo sabe, nadie los ve; todos son secretos.
· En tercer lugar, el pecado nunca trae bendición, pero tampoco veo en la vida práctica cómo trae todas las maldiciones que normalmente decimos. De hecho, a veces hay quienes aprenden a controlar las consecuencias, y a sobrevivir con ellas.
Así que, tenemos que aceptar la realidad, muchas veces el pecado no es algo que nos haga sentir mal o culpables, sino todo lo contrario…
El temor a lo que pueda pasar no es algo que nos frene de pecar; más bien parece que nos desafía a encontrar otra manera de desviar lo que podría pasar.
¿Cuál es entonces una buena razón para no pecar?
- Si pecamos nos va a ir mal en la vida, vamos a sufrir.
- Nos trae consecuencias, que no siempre serán visibles, sino emocionales o espirituales.
- Hacer bien las cosas no es difícil de entender, pero cuesta.
- Sencillamente, es una decisión de amor. Porque Jesús me amo primero. Debo tomar la decisión consciente de no pecar porque amo a Dios. No voy a centrarme en mi mismo.
JESUS dice (Juan 14:15). “Si me aman, obedezcan mis mandamientos.” No importa si tu pecado funciona bien, deberás abandonarlo por algo más importante: tu relación de amor con Dios.
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