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¿Crees que puedo hacer esto? ¿O no confías lo suficiente?

  • Foto del escritor: enfocadosadolescen
    enfocadosadolescen
  • 20 oct 2021
  • 3 Min. de lectura

Imagínense ¿Qué sería no tener la capacidad de ver? Una cosa sería ser ciego de nacimiento, y otra haber perdido la vista por algún accidente. Pero a lo que queremos ir es: ¿Cómo sería esa situación? Quizá desesperante, a veces triste, sí o sí dependerías de algo y/o alguien todo el tiempo.


En la biblia nos relata en (Mateo 9:27-30) una historia de dos ciegos, sería bueno que la leyeras para entender la situación.


JESÚS LOS CONFRONTA CON UNA PREGUNTA DIFÍCIL ¿CREES QUE PUEDO HACER ESTO?

Como leemos se trataba de dos personas ciegas que al enterarse de que Jesús iba a pasar por allí decidieron buscarlo. Imagínense la vida de un ciego, u otro tipo de impedido físico como el paralítico o los leprosos de los que hablamos sábados pasados, era tremendamente dura. Debido a su condición de invidentes, estaban condenados casi directamente a ser mendigos y a vivir de la caridad de las personas.

Al salir Jesús, ellos decidieron seguirle dando gritos, ¡Ten com­pasión de nosotros!

Jesús sabía lo que aquellas dos personas deseaban, pero el milagro no se produjo de forma automática, Él primero les preguntó: ¿Creen que puedo hacer esto? Y aquí podemos notar que lo que en realidad quería probar el Señor era la FE de estos hombres. Cristo conocía cuál era su anhelo, pero aun así pone su enfoque en el corazón de los ciegos y ver cuánta confianza tenía en Él, incluso podemos leer que el Maestro les contesta: hágase conforme a la fe que tienen, en otras palabras en respuesta a su fe.

El Señor les devolvió la vista y, según podemos leer en el texto, les advirtió de forma severa que hicieran todo el esfuerzo posi­ble para que nadie lo supiera. Pero en cuanto salieron comenzaron a divulgar lo que había pasado en sus vidas y, además, lo hicieron por toda la región.


Cuando Dios produce un impacto se­mejante en tu vida, ¿es imposible callarte acerca de eso?; nos parece incluso imposible que alguien calle ante semejante transformación.


Todos nosotros le pedimos continuamente cosas al Señor. A veces, se trata de caprichos, de deseos, de inquietudes sin im­portancia; sin embargo, en otras ocasiones abrimos y descarga­mos nuestro corazón ante Jesús por auténticas y profundas necesidades.

Todos nos vemos confrontados con las palabras de Jesús, ¿Crees que puedo hacer esto? Y sin duda, nuestra respuesta casi auto­mática es: sí, Señor. Pero ¿Cómo podemos estar seguros de que tenemos confianza en que Jesús puede hacer y llevar a cabo en nuestras vidas o en las de nuestros familia­res, amigos, vecinos… eso que le pedimos? ¿De qué ma­nera podemos decirle o demostrar que creemos realmente?

Aquellos dos ciegos fueron sanados de manera casi inmedia­ta, pero la intervención de Jesús en la vida de las personas no siempre es así y, en ocasiones, la espera es necesaria e incluso larga.


Tres cosas pueden ayudarnos a fortalecer nuestra con­fianza en Jesús:

· La primera, como dice el Salmo 40 esperar de forma pacien­te. ¿A quién le gusta esperar? Esperar es, en ocasiones, algo forzado y necesario que todos estamos obligados a experimen­tar. Pero el desafío está en nuestra confianza en Dios, ya que eso nos dará paz y ayudará a estar tranquilos en ese proceso.

· Una segunda manera es 1 Tesalonicenses 5:16-18, dando gracias a Dios de forma conti­nua. Cuando damos gracias a Jesús por las situaciones difíciles estamos demostrando una vez más nuestra confianza en Él, una confianza que va más allá de las circunstancias.


· Finalmente, no dejando de hacer el bien, al hacer esto, le esta­mos expresando al Señor nuestro compromiso con hacer su voluntad, al margen de que tengamos o no eso que estamos pidiendo.


¿Cuáles son las peticiones de tu corazón para Jesús? ¿Crees que Él puede hacerlo?

¿Cómo puedes expresar tu confianza en medio de la espera y/o la dificultad?


Confiar y descansar en Jesús cuando todo está oscuro y no vemos la salida es realmente difícil, pero él quiere desafiarnos a que aprendamos a hacerlo, no sólo porque él es quien tiene la salida sino para volvernos personas más seguras, confiadas, tranquilas, pacientes, que no se desesperan ante el problema sino que ven la solución aun sin verla, porque nuestra confianza está en Él.











 
 
 

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